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A cierta distancia de la mente

Hace poco, mientras manejaba el coche, escuché un programa de radio en el que un escritor indio hablaba de un libro que había escrito. No recuerdo su nombre, pero me interesó lo que decía: explicaba básicamente que no siempre había que hacerle tanto caso a nuestro cerebro o mente. Su método consistía en escoger los pensamientos a los cuales sí había que escuchar y distinguirlos de los que había que ignorar. Incluso le puso un nombre a su cerebro –algo para acordarse de no tomárselo demasiado en serio-. Su cerebro se llamaba “Becky”.

Como técnica me pareció interesante. Ponerle nombre a tu mente para poner una distancia sana entre lo que sale de tu mente -que no siempre es valioso-, y el que pone la distancia, o sea, tú mismo. Pero los fundamentos de su propuesta no son novedosos. En realidad no me sorprendió que el escritor fuera originario de la India. La filosofía del Samkhya -que surgió hace más de 2000 años en India como una de las seis principales escuelas filosóficas- (y en la que se basa la filosofía del yoga clásico) es el origen de su razonamiento.

Samkhya divide al universo en dos entidades: purusha y prakriti. Purusha es el observador y prakriti es lo observado o la naturaleza. Esta Prakriti tiene dos modalidades: por una parte está el aspecto denso de prakriti como los árboles, los objetos tangibles y nuestro cuerpo; y por otra parte está el aspecto sutil de prakriti, como la mente o citta. Pero tanto lo denso como lo sutil están hechos de lo mismo: de gunas, que se pueden describir como las cualidades de la naturaleza, los bloques de los que está hecho el mundo. Rajas: la actividad o movimiento; tamas, la pesadez o inercia; y sattva, la luminosidad. Estas cualidades están constantemente en cambio, esa es su forma de ser. Nuestra mente, por lo tanto, esta hecha de esas mismas tres cualidades. Si de algo podemos estar seguros es de su tendencia a cambiar de un estado a otro, a no estarse quieta.

 

Meditación con enfoque en la respiración

 

Lo que el escritor indio estaba explicando era que no era tan buena idea identificarse con la mente por ser una entidad inestable que fluctúa entre los gunas constantemente. En cambio, proponía identificarse con purusha -el observador de la mente-, una entidad que no cambia, los gunas no lo afectan. Por eso es un lugar seguro al cual afianzarse, mucho más que las arenas movedizas de la mente.

Unos días después de haber escuchado todo esto, al terminar una semana particularmente difícil, me quedé dormida más de lo debido. Sabía que tenía que levantarme de la cama pero sentía una pesadez abrumadora. Como era domingo me quedé a descansar, pero pronto me di cuenta que la sensación que estaba expandiéndose en mi cuerpo y mi mente iba más allá del cansancio: era tamas. Me sentía pesada, de mal humor, sin ganas de hacer nada, con pensamientos negativos.

Pero en vez de pensar en el sinfín de razones que desfilaban en mi mente para sentirme así, pensé en Becky: el cerebro caprichoso del escritor. Entonces pude darme cuenta que mi mente estaba tamásica, y que en vez de darle rienda suelta a la narrativa de la negatividad, existía la alternativa de levantarme, bañarme y moverme un poco para salir de ese estado que me tenía aprisionada. Y así sucedió. Pero han habido innumerables ocasiones en que mi mente ha estado en un estado similar y he quedado atrapada en él, encontrando siempre razones buenas para estar triste o deprimida. Y es que la vida siempre nos puede dar justificaciones para ser pesimistas. Y entonces parece que estamos viendo las cosas así por alguna razón, pero en muchos casos es el tamas o el rajas el que inicia el día, y la explicación mental para dicho estado viene después.

Lo mismo pasa cuando uno amanece ansioso, la mente se coloca en un exceso de rajas, y algo –o alguien- siempre surgen y parecen justificar plenamente nuestra impaciencia. Pero la verdad es que el rajas estaba ahí desde antes, simplemente buscando algo que lo irritara.

Lo que el escritor indio hizo al llamar a su cerebro Becky es ponerlo a cierta distancia para poder adquirir la perspectiva necesaria para apreciar la acción de los gunas, y entonces decidir si el mensaje que está dando el cerebro es un mensaje luminoso o sátvico, o si es un mensaje de rajas o tamas, que mejor vale la pena ignorar.

Suena como una técnica simple. Es un esquema relativamente sencillo, pero sus efectos pueden ser muy profundos, incluso transformadores. Significa  encontrar un espacio adentro de nosotros de más quietud que nos permita no ahogarnos en las vicisitudes de la vida.

Vale la pena intentarlo.

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El mejor estiramiento para equilibrar al cuerpo

Aunque muchas veces se subestima, el estiramiento al final de la actividad física es sumamente importante para equilibrar al cuerpo, mantener los músculos largos y evitar lesiones. La “lemniscata” es tal vez el mejor estiramiento porque sigue los principios biomecánicas del método de Cadenas Musculares GDS y se hace rápida y fácilmente. Conócelo.

¿Lemni…qué?

 
La palabra lemniscata se refiere a la figura plana de un 8, como el símbolo del infinito. Los estiramientos de la secuencia forman un circuito que no tiene principio ni fin.

¿Por qué estirar?

El estiramiento al final de la actividad física muchas veces se subestima. Así, es común que alguien haga un ejercicio cardiovascular por 30-40 minutos, le dedique sólo 5 minutos al estiramiento final (en el mejor de los casos), o simplemente no estire. Lo que ocurre como resultado es que quizás el corazón estará en buena condición y probablemente la persona evite subir de peso, sin embargo, no habrá hecho nada por mantener el rango óptimo de movimiento en sus articulaciones. Las limitaciones en el rango de movimiento articular son muchas veces las causantes de lesiones crónicas. Si tan sólo hiciéramos algo por mantener nuestros músculos largos y nuestras articulaciones libres, muchas lesiones se evitarían. El detalle está en que hay que saber cómo estirar de la manera más efectiva para realmente restablecer el equilibrio corporal, y es ahí donde entran los estiramientos mágicos de la lemniscata, que para nosotros es probablemente el mejor estiramiento que existe.

La magia de la LEMNISCATA:

Este estiramiento es una de las técnicas de tratamiento del Método de Cadenas Musculares GDS, una que no requiere de la intervención manual de un terapeuta, sino que consta de varios ejercicios que se practican en un orden definido y que buscan estirar los diferentes grupos musculares con el fin de equilibrar las tensiones de los mismos para crear una mayor armonía muscular y articular. Añadir la lemniscata al final de una práctica de yoga diaria (o de cualquier rutina de ejercicio) le devolverá a tu cuerpo el equilibrio y el ritmo que necesita para que puedas seguir moviéndote sin lesiones. Con hacer los estiramientos cuidadosamente durante 15-20 minutos más o menos,  tu cuerpo será capaz de realizar esfuerzos intensos sin por ello lastimarse. Sin importar qué tan intensa sea la actividad realizada, este estiramiento te demostrará que puede neutralizar los efectos adversos y restaurar el equilibrio corporal.

La LEMNISCATA y el yoga

Al incluir a esta secuencia de estiramientos al final de tus clases de yoga notarás la diferencia en tu cuerpo. Los beneficios de estos sencillos estiramientos son tales que quisiéramos que todos los atletas y practicantes del mundo la conocieran para que pudieran continuar haciendo la rutina que les gusta sin sufrir los daños colaterales. Por ello en la plataforma de Kinetika Yoga y Movimiento incluimos una categoría de diferentes versiones de la lemniscata impartidas por distintos maestros.

El orden de los factores sí altera el resultado

La estrategia de la lemniscata fue desarrollada por la creadora del método de Cadenas Musculares y articulares, Godelieve Denise Struyf (1931-2009). Ella descubrió, por medio de medidas goniométricas (midiendo el rango de movimiento de cada articulación), cuál era el orden ideal para hacer los estiramientos corporales. Descubrió que al estirar un grupo o “cadena” de músculos, los músculos pertenecientes a otra cadena muscular se tensaban, por lo que había que estirarlos posteriormente. Así, se dio cuenta que el estiramiento de los músculos de la cadena A (por llamarla de alguna manera), provocaban tensión en los músculos B. El estiramiento de los músculos B provocaban tensión en los músculos C, y así iba avanzando hasta cerciorarse que todos los músculos del cuerpo quedaran estirados y que ninguna cadena muscular hubiera reaccionado con tensión. Esta secuencia puede hacerse al final de alguna actividad física, ya sea al concluir un entrenamiento en el gimnasio, un paseo en bicicleta, o simplemente al final de un largo día de trabajo. La lemniscata suelta tensiones, libera articulaciones y restablece el equilibrio del cuerpo sin riesgo de lesiones. En Kinétika Yoga y Movimiento nos dimos a la tarea de hacer una guía rápida para que puedas hacer la lemniscata completa en casa. La encuentras aquí. También puedes encontrar una versión corta en el IGTV de nuestra cuenta de Instagram: @kinetikayoga. Te invitamos a que pruebes esta secuencia y observes las sensaciones en el cuerpo antes y después de realizarla. Repítelo por una semana. Recuerda que la regla de oro es nunca forzar al cuerpo a entrar a una postura para la que no está listo. Si necesitas adecuar las posturas a tus necesidades hazlo (como usar un cinturón si no alcanzas a tomarte de la pierna, o sentarte sobre una cobija para sentirte más cómodo en una de las posturas). Te deseamos que logres llegar a una práctica efectiva que no te lastime. Queremos que el cuerpo nos dure para muchos años más. En www.kinetikayoga.com encontrarás estiramientos increíbles y muchas clases que podrás tomar donde quieras y cuando quieras. Conócelas.

El cuello que respira

¿Cuál es la posición «correcta» del cuello? Por muchos años pensé que el cuello tenía que colocarse derechito arriba de las vértebras dorsales. Estaba consciente de la necesidad de mantener la curva natural -la lordosis- y sabía que el cuello no debía estar recto-recto, pero siempre me imaginaba la postura ideal del cuello como una posición fija.  

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Por muchos años pensé que el cuello tenía que colocarse derechito arriba de las vértebras dorsales. Estaba consciente de la necesidad de mantener la curva natural -la lordosis- y sabía que el cuello no debía estar recto-recto, pero siempre me imaginaba la postura ideal del cuello como una posición fija.

Mi práctica de yoga alimentó esa idea. Los yoguis casi siempre están muy derechitos con los cuellos muy largos. En la práctica muchas veces se enfatiza la elongación y el estiramiento, y el resultado es una columna –y un cuello- que tienden a la rectificación y a veces a la rigidez. Pienso en específico en una maestra de yoga que de tan derechita que estaba, cuando saludaba daba unos abrazos muy tiesos. Unos abrazos que se sentían duros y a los cuales nunca sabía cómo responder. Mi propia columna vivió en esa misma rigidez por muchos años, pero no me daba cuenta porque todo a mi alrededor corroboraba que ésa era la postura correcta. Lo que no tenía sentido entonces era por qué tenía yo tantos dolores en la espalda alta, en el cuello y en los omóplatos. Si mi columna y mi cuello estaban bien alineados y derechitos, entonces ¿por qué tanto achaque? Cuando comencé a estudiar Cadenas Musculares GDS me sorprendí cuando me enseñaron que no había una sola postura correcta, que lo importante era la adaptabilidad del cuerpo. El cuerpo puede estar en cualquier postura siempre y cuando sea capaz de entrar y salir de ella sin problemas según la ocasión lo demande. De igual manera, el cuello no tiene que estar fijo en una postura “ideal”, sino debe ser capaz de respirar. De adaptarse a la inhalación y a la exhalación. Incluso el cuello más perfectamente alineado puede causar infinidad de problemas si es un cuello rígido que no se mueve con la respiración. ¿Y cómo es que se mueve el cuello? En la respiración refleja, o sea la respiración que ocurre de manera natural, la curva cervical se rectifica al inhalar y recupera su lordosis al exhalar. Esto no es algo que uno tenga que hacer, sino que el cuello lo realiza solito si se encuentra libre de tensiones excesivas. Pero la realidad es que pocos cuellos están libres, la mayoría nos encontramos atorados en la rectificación de la inhalación, en la curva de la exhalación, o en un lugar intermedio. Lo interesante es que el hecho que el cuello se quede fijo en una de estas posturas no se debe simplemente a un tema de tensiones musculares “neutrales” por así decirlo. Recordemos que el cuerpo siempre habla de quién somos en un nivel más profundo, nada es “neutral”, todo se expresa a través de ese lenguaje que todos hablamos y todos comprendemos de manera intuitiva, que es el lenguaje corporal. Los músculos y el esqueleto expresan el alma. Y así es como las posturas que asume nuestro cuello van de la mano con ciertos aspectos de nuestra personalidad. Por ejemplo, si tenemos la tendencia a ser muy exigentes con nosotros mismos es probable que nuestro cuello se quede atorado en la inhalación, rectificado; como queriendo estar en control de la cabeza todo el tiempo. En cambio, si nuestra personalidad tiende a ser más desestructurada y tal vez nos falta un poco de motivación en la vida, puede ser que nuestro cuello se quede atorado en la lordosis y no logre activarse y aplanarse con la inhalación. En realidad no hay reglas y las posibilidades son infinitas. Cada personalidad y cada cuerpo son únicos y no hay esquemas rígidos. Pero es interesante darnos cuenta que nuestra manera de sostener la cabeza puede decirnos mucho sobre la manera en que enfrentamos la vida. El poder ir primero a una rectificación en la inspiración y luego ser capaces de soltar el control y recuperar la lordosis en la espiración, nos habla de un cuello -y de una mente- que puede fluir con el vaivén de la vida. Puede parecer un tanto reduccionista, pero el cuerpo a veces se expresa de una manera muy contundente. Yo sé que mi cuerpo cambió por completo el día en que me di cuenta que estaba fijando el cuello para que estuviera derechito todo el tiempo. Cuando pude constatar esa tendencia a retener el control constante y comencé a suspirar y a soltar esa tensión muscular, algo cambio a un nivel profundo en la dinámica de mi cuerpo, y como por arte de magia, mis dolores desaparecieron casi por completo. Te invito a observar con curiosidad qué ocurre en tu cuello, dónde lo colocas, y si eres capaz de sentir que “respira”. Qué tanto quieres dirigir lo que pasa en tu cabeza y en el mundo, y si eres capaz de adaptarte a la realidad que surge a cada momento en tu vida. Todas estas preguntas son pertinentes cuando hablamos del cuerpo en general, y en específico, de tu cuello.

Yoga de la Mente

El Yoga no es algo que está de moda, es una disciplina que se ha practicado por miles de años. Literalmente. 

 

Clase Mix de posturas

Yoga en la antigüedad –

Arqueólogos encontraron en lo que hoy es Paquistán en 1921 un sello del dios Pashupathi que mostraba una figura sentada en una postura yóguica rodeada de diferentes animales, como si estuviera meditando. Eso lo interpretaron los historiadores como que alguna forma de yoga se practicaba desde antes del 2000 a.C., hace más de 4000 años.

 

Yoga en Occidente –

Obviamente que el yoga que se practicaba hace 4000 años no tiene mucho que ver con lo que hoy en día se practica en el gimnasio de la esquina. El yoga más antiguo es el Raja Yoga o el yoga de la mente, el cual no practica posturas o asanas sino que se concentra en prácticas como dhyana o meditación. Siglos después surgió en India el Hatha Yoga, que incluye al cuerpo en el camino a la transformación completa del ser.

Filosofía del Raja Yoga –

La filosofía del Raja Yoga se centra en el concepto de sufrimiento o dukha. Parte del supuesto de que en la vida es inevitable el sufrimiento. Sufrimos porque no podemos tener una vida perfecta como la quisiéramos tener, porque hay enfermedades, hay pérdidas y al final, todos los seres vivos tenemos que morir.

El yoga entonces surge como un camino a seguir para salir de ese sufrimiento inherente a la vida, convirtiéndose entonces en un camino hacia la liberación. El yoga es un método que nos lleva a ver el mundo y a nosotros mismos de una manera diferente. No es una religión: no requiere que tengamos fe, sino que es una técnica que nos lleva a darnos cuenta de cómo funciona nuestra mente.

El resultado de la práctica de yoga es experimentar la realidad como un todo interconectado del cual nosotros somos sólo una pequeña parte. Esta percepción abre nuestro corazón a incluir a todos los seres vivos y reduce el miedo a la muerte y la soledad.

Yoga hoy en día –

Cuando a principios del siglo XX el yoga llega a Occidente, trajo consigo muchas técnicas: algunas tenían que ver con el cuerpo, otras con la respiración, otras con la mente y la filosofía. Sin embargo, desde los años noventa a la fecha, el aspecto puramente físico del yoga se ha puesto de moda. Han surgido cientos de escuelas y métodos de yoga, cada uno interpretando las asanas o posturas a su manera. El detalle está que en la mayoría de estas escuelas se olvidaron que el Hatha Yoga o el yoga del cuerpo siempre se practicó en India de la mano del Raja Yoga o el yoga de la mente. Si no te sientas a meditar y a observar e indagar dentro de ti mismo, entonces las posturas o asanas de yoga no tienen ningún sentido, se convierten en una serie de acrobacias que no se distinguen de lo que haría un atleta o un cirquero.

Kinétika –

En Kinétika Yoga siempre hemos buscado no perder de vista la esencia del yoga, lo que hace al yoga ser yoga y no una disciplina más que te lleve a la salud. Es un hecho que el yoga te hace más saludable pero ese no es su objetivo último. No hay que perder de vista que el yoga surgió como un camino a la liberación; una técnica para entrar en contacto con nuestro ser real, ese que no está sujeto a cambios, el ser que lo observa todo, en eterna quietud. Está bien pararse de manos, pero el objetivo real del yoga va mucho más allá de eso.